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Las primeras referencias que se tienen sobre el uso de las armas químicas, se remonta al año 432 antes de Cristo, cuando los aliados de Esparta en la guerra de Peloponeso tomaron un fuerte ateniense, empleando humo de carbones encendidos, azufre y brea a través de un orificio que hicieron en el fuerte.
Otros conflictos durante épocas posteriores mostraron el uso del humo y del fuego. Los griegos, durante el siglo VII antes de Cristo inventaron el Fuego Griego, una combinación de resina, azufre, brea, caliza y salitre. Esta mezcla flotaba en el agua y era particularmente útil en operaciones navales. Durante los siglos XV y XVI, Venecia empleó venenos inespecíficos que afectaban a la personas, cosechas animales y pozos de agua.

Con el desarrollo de la química inorgánica durante la última década del siglo XIX y principios del XX, las armas químicas empiezan a tener más importancia y a alcanzar mayor grado de sofisticación.
Podemos considerar que es durante la Primera Guerra Mundial cuando estas armas se empiezan a utilizar de forma habitual.

Los alemanes lanzaron 150 toneladas de gas cloro en 6.000 cilindros. Este ataque que probablemente no causó más de 800 muertos en las tropas aliadas, fue devastador psicológicamente para los 15.000 soldados de las tropas aliadas.
Por su parte, el ejercito británico respondió al ataque también con cloro y ambos bandos incrementaron su armamento con dos nuevos productos: el fosgeno y la cloropicrina. Tanto el cloro como el fosgeno y la cloropicrina, atacan a las vías respiratorias y dieron lugar al desarrollo de máscaras como protección de estos agentes.

En 1917, la artillería alemana lanzó granadas con un nuevo tipo de agente químico: el gas mostaza. El gas mostaza es un líquido relativamente poco volátil y causa otros tipos de problemas. Afecta a los pulmones, ojos y piel, y además, se adhiere a las ropas y al material de guerra.

Entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, continuó el debate sobre las armas químicas en los Estados Unidos y en foros internacionales. El Protocolo de Ginebra de 1925 implicaba la prohibición del uso de armas químicas, pero no de tenerlas. El Protocolo reservaba el derecho de uso de armamento químico en respuesta a ataques químicos.

En los años 30, Alemania sintetizó los llamados compuestos organofosforosos. El tabun (GA) y el sarin (GB). Los nazis almacenaron miles de toneladas de estos compuestos llamados agentes nerviosos. Estos compuestos interfieren con el sistema nervioso central. Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial, con excepción de Japón durante los ataques a China, no se utilizaron armas químicas, aunque Alemania empleó cianuro y otros productos químicos en los campos de concentración. Después de la Segunda Guerra Mundial, se siguieron almacenando armas químicas.

Posteriormente, se han utilizado armas químicas en la guerra Iran-Iraq (1980). Y a causa de la confirmación del empleo de las armas químicas por el ejército irakí, en la guerra entre Estados Unidos e Irak (1990) se planificó cuidadosamente la defensa frente a posibles ataques químicos.

Despues del cese del fuego en febrero de 1991, las Naciones Unidas inspeccionaron y descubrieron agentes nerviosos y productos mostaza en Al Muthanna (Irak) . Es posible que existan otros almacenamientos de armas químicas en Irak.


Agentes asfixiantes
Cianidas
Agentes nerviosos
Agentes vesicantes
Agentes incapacitantes
Agentes antidisturbios

  

 

 

 

 

 

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